martes, 5 de mayo de 2009

QOSQO AYER Y HOY 19

“CULTO A LA PERSONALIDAD” : TENTACION Y PRACTICA TOTALITARIA EN DEMOCRACIA
ANTROPOLOGO ALFREDO GERMAN CORNEJO PARDO

La más importante sino fundamental herramienta política a la que inmediatamente recurren los sátrapas, dictadores y gobernantes con tendencia despótica y autoritaria una vez instalados en el poder, y desesperados por perpetuarse en él; fenómeno común en América Latina y particularmente en Perú; es indudablemente el desmedido e incontrolado uso de los escasos y magros recursos del Estado en beneficio de sus mezquinos intereses y de otro lado entre otras prioridades; satisfacer las voraces exigencias de un íntimo obsecuente, incondicional, y corrupto entorno, exigencias como es bien de suponer, cada vez mayores.
La Historia Política reciente nos brinda riquísimas y aleccionadoras lecciones particularmente sobre el ”impromptu” surgimiento de estos supuestos y autodenominados “salvadores del mundo” y, de la “sociedad”, predestinados enviados celestiales, dotados según sus mentores, no únicamente de un angelical rostro, una robusta y bien proporcionada estatura, una grandilocuencia envidiada por anónimos vendedores de cebo de culebras; sino también de poderes sobrenaturales capaces de sintonizar, interpretar y satisfacer adecuadamente la voluntad popular, alterar a solo su simple voluntad y deseo; inescrutables leyes naturales (catástrofes, terremotos, aluviones, sequias, epidemias y pandemias etc.) y el curso de los acontecimientos políticos, sociales, de escala mundial regional y local, creando ante la sorpresa, admiración y religiosa creencia de sus seguidores e incondicionales partidarios, una realidad virtual e imaginaria, existente únicamente en la mente del tirano y de sus seguidores, realidad pregonada y ensalzada a más no poder por subordinados medios de comunicación escrita radial y televisiva y la repugnante complicidad de deshonestos comunicadores sociales, excelentemente recompensados.
En fin, tal como sostenemos la Historia Política Nacional y extranjera reciente nos brinda valiosos testimonios y vasto material bibliográfico acerca de los instrumentos con los que los sátrapas se nutren para el logro de sus nefastos objetivos y, a los que inmediatamente recurren estos indeseados personajes para perpetuarse en el poder entre los que particularmente referimos aquellos medios de carácter policíaco y la implementación y puesta en marcha de sofisticados esquemas de inteligencia, espionaje e información seleccionada bajo la conducción de inescrupulosos mastines, la aplicación de medidas persecutorias y represivas a opositores, control absoluto de los medios de comunicación, la aplicación de medidas económicas asistencial-populistas a sectores poblacionales menos favorecidos con el exclusivo propósito de captar, fortalecer y ampliar su base y apoyo social.
El estudio y análisis de procesos políticos, la metódica observación antropológica y su consecuente interpretación; nos permiten identificar dentro del cúmulo de argumentos junto a los ya descritos la apremiante necesidad de, glorificar y deificar la persona y personalidad del déspota quien en sus delirantes sueños de grandeza, e inmortalidad y desesperados por aferrarse y consolidarse en el poder; promueve desde los más obscuras y pestilentes catacumbas con el concurso de una todopoderosa maquinaria partidaria y el aparato estatal, una sostenida corriente psicosocial orientada a transformar de la noche a la mañana al ser humano pecador impenitente, ambicioso e inescrupuloso, en una sacralidad, una especie de dios redivivo, de sabio infalible depositario privilegiado del conocimiento humano y de lo sobrenatural, en tal condición poseedor de las recetas y soluciones cuasi divinas a los males del pueblo y la sociedad, práctica dogmática ciega, sorda y muda orientada a presentar al gobernante, como el más grande estadista del mundo, y a su “pueblo” como escogido por tener un ilustrísimo hijo, no importando por ello finalmente los errores que, lógica y consecuentemente cometa en el prepotente y abusivo ejercicio de su función gubernamental, pues a decir de sus enceguecidos seguidores, sus méritos y logros están muy encima de ellos, es decir que los excesos, latrocinios asesinatos, corrupción y todos los males que inseparablemente caracterizan a dictadores están plena y enteramente justificados, perdonados, sacralizados e “inmortalizados” como sabias decisiones.
El nefasto, corrupto y criminal gobierno del ciudadano japonés de 1990 al 2001, es la demostración más elocuente de lo sostenido líneas arriba, es decir cómo es que una dictadura perfila y materializa su opción y como ésta evoluciona hasta culminar precarizada, totalmente desprestigiada y condenada por el pueblo y por aquellos que en su momento no solo se beneficiaron sino que también lo defendieron. Mientras el “chino” estuvo en el poder según sus propias declaraciones profusamente publicitadas y registradas debidamente; todo lo podía y todo controlaba; primeramente cerró y cesó en sus funciones a parlamentarios legítima y democráticamente elegidos, intervino y sojuzgó al Poder Judicial, destituyendo prepotentemente a probos magistrados de carrera colocando a corruptos e incondicionales ¿administradores? de justicia; compró y puso a sus pies a empresarios, comunicadores y medios de Comunicación masiva, prensa escrita, televisiva, radial, anuló la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y policiales desvirtuando su noble misión y convirtiéndola en refugio de ladrones y criminales etc. Todo en el supuesto afán de pacificar el país atenazada por el terrorismo, el narcotráfico, la hiperinflación y la secular corrupción, pero particularmente por salvar de la desastrosa herencia del primer gobierno aprista.
La Historia y el pueblo peruano en su conjunto evidentemente ya tomaron debida nota y registraron en sus más profundas e indelebles páginas este nefasto episodio, repudiando y condenando al sátrapa, sancionando drásticamente al truhan y sus cómplices encerrándolos en las cárceles que ellos mismos construyeron para sus opositores y abrigando la esperanza que estos hechos nunca más se repitan.
Lo censurable y preocupante en la actualidad es que en el marco de un gobierno legítimamente elegido y cuyo presidente es indiscutido líder de un partido político que se precia de ser auténticamente democrático, de poseer una sólida base ideológica de inspiración antiimperialista, sostener la primacía del Parlamento como Primer Poder del Estado, respetuoso de la soberana voluntad popular, de la división y equilibrio de poderes; abdicando de estos brillantes conceptos y principios ideo-políticos, y presionado por sabe Dios qué poderes o tal vez por pretender pasar a la posteridad como innovador del pensamiento político de su mentor, primeramente con el argumento de la globalización y el supuesto colapso de propuestas políticas grandemente ideologizadas liquida y sepulta la fenomenal construcción filosófica de Víctor Raúl Haya de la Torre, asumiendo con una soberbia digna de condena bíblica el nuevo rol de “ideólogo” o creador del nuevo pensamiento aprista con la genuflexión, temor y silencio cómplice de miles de militantes, el cuestionamiento y censura sigilosa de antiguos y respetados apristas, autoerigiéndose en el marco de profundas, serias y generacionales discrepancias partidarias, la venia y aquiescencia de una espuria cúpula como el “mesías” el “enviado”, el “escogido”, el “salvador” de una tragedia llamada Perú, a la que él mismo y de modo insensible e irracional; precipitó, y condujo en su primer gobierno.
Un ligero repaso de sus cotidianas, irrespetuosas, y empalagosas apariciones en medios de comunicación, nos presenta a un gobernante haciendo alarde de una soberbia y prepotencia digna de Pinochet, García Meza, Videla etc. en la década del 70, y sin el menor de los escrúpulos y respeto por el pueblo que lo eligió, adjetiviza a gremios y trabajadores como “perros de hortelano”, y “comechados” solo por el simple hecho de tratarse de trabajadores en defensa de sus derechos laborales, amenazados seriamente por el modelo económico-político aplicado por su gobierno, manifiesta expresión de intolerancia y prepotencia de quien incursionó en el campo de la política precisamente defendiendo el legítimo derechos de los trabajadores. Luego sin el menor de los reparos y con un discurso agresivo irrespetuoso e intolerante fiscaliza y cuestiona el desempeño de autoridades, funcionarios dañando la honorabilidad y presunción de probidad e inocencia de ciudadanos pretendiendo impresionar a una masa inerme de la forma como desempeña su cargo de Presidente de la República ante el aplauso y el ensordecedor ulular de masas apristas que ciegos sordos y mudos perdonan al líder de sus extravíos conyugales y embriagado de arrogancia, una fabricada popularidad e inmoralidad presenta en Palacio de Gobierno un vástago habido fuera de su matrimonio aduciendo haber estado separado de su señora esposa la fecha que engendro el bendito varón.
En el colmo de la altanería y el delirio se presenta como el mesías con increíbles y nada humanos poderes que por ejemplo le permite colocar a nuestra Patria en una cápsula dorada, inmune frente a cualquier eventualidad proveniente del extranjero y que pudiera afectarla, éste es según su grandilocuente verbo y particular visión de la realidad nacional; inafecto por ejemplo a las consecuencias de la crisis económica mundial que viene golpeando seriamente desde hace dos años a la primera potencia mundial y a los países industrializados, tesis increíblemente sostenida en el marco de foros internacionales , realizado el año pasado en la Capital de la República y diferentes ciudades del interior y que como bien se comprenderá no solo causó el asombro y sorpresa de los asistentes, la mayoría de ellos políticos de trayectoria, así como curtidos y experimentados empresarios; sino que genero un ambiente de incredulidad y burla, tal como editorializaron diarios de las más influyentes países del mundo. Y para no perder esta inveterada y cotidiana aparición en medios de comunicación en estos días de psicosis colectiva por la gripe porcina proveniente del extranjero cual médico epidemiólogo, se permite dar concejos sobre la forma como el pueblo deba actuar y combatir tan terrible mal. Actitudes desde todo punto de vistas inconsistentes y hasta risibles y carentes de toda seriedad con que deba tratarse un problema de la magnitud de una pandemia objeto real de preocupación de gobernantes del mundo así como de organismos especializados como la OMS la OPS.
Finalmente, los hechos descritos y analizados en el presente artículo, evidentemente que por sí mismos ponen en cuestión la seriedad y majestad de una de las más importantes instituciones democráticas cual es la Presidencia de la República y con ella el real valor y significado de la Democracia como modelo o paradigma de gobierno y convivencia social pacífica y orientada a la consecución del bienestar general de la población, al respeto de la Persona Humana y su dignidad por ser el Fin Supremo de la Sociedad y el Estado, y no como venimos observando al servicio del gobernante convertido por voluntad propias en sacralidad, cuyos gigantescos y costosos retratos se exhiben y reverencian en la totalidad de dependencias públicas del territorio Nacional con una fe y práctica religiosa asombrosa particularmente por privilegiados servidores públicos convertidos en tales solo por el simple hecho de ser militantes apristas.
§ Evidentemente de lo que se trata es contribuir desde la perspectiva y reflexión antropológica a perfeccionar la Democracia, la Institucionalidad del país, y el desempeño ético serio y responsable particularmente del Presidente de la República como Representante de la Nación, Primer Ciudadano del País y el más alto Magistrado elegido para servir al pueblo, encargado de poner al servicio del Estado su talento, capacidad e inteligencia y en la consecución de las más caras aspiraciones de su pueblo a quien evidentemente se debe, respetando escrupulosamente las instancias y fueros y particularmente liderando la lucha contra la corrupción, la prepotencia, el asalto al Erario Nacional, y la secular subordinación a mezquinos y poderosos interese económicos que sin son síntomas inequívocos de autoritarismos y dictaduras. Por ello es impostergable el destierro del culto a la personalidad, porque ella a más de crear monstruos y falsos ídolos, es tentación y práctica totalitaria en democracia.