lunes, 4 de septiembre de 2017

COMENTARIO DELLIBRO "EL ANGEL SALVADOR" DE NARCISO ARÈSTEGUI EN LA FIL 2017

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DEL CUSCO 2017
HOMENAJE AL PRIMER NOVELISTA PERUANO NARCISO ARÉSTEGUI ZUZUNAGA.
COMENTARIO SOBRE LA OBRA DE NARCISO ARÉSTEGUI “EL ANGEL SALVADOR

Por: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

La pregunta es: ¿Qué ocurrió para que un profesor de escolares del colegio de Ciencias y esforzado militar se haya convertido en el primer novelista peruano que narró escenas románticas, costumbre y temas de crudo realismo en una época en que la literatura peruana apenas se esbozaba con la corriente costumbrista de Manuel A. Segura o el género satírico de Felipe Pardo y Aliaga, cuando la literatura europea transitaba del romanticismo al realismo y surgían ingenios como Balzac, Stendhal, George Sand o Dostoyevski?
Al decir del cusqueño Eulogio Tapia Olarte: “Examinando con criterio honrado, despojado de toda pasión, Narciso Aréstegui se yergue como una columna de mármol, como un escritor galano; describe con profunda visión la realidad del medio, de la sociedad conservadora; raro caso de coronel del ejército, dejando la espada del soldado empuña la pluma y escribe la novela más fuerte de la época, cuando los escritores del Perú, estaban postrados de hinojos ante los frailes y gentes que traficaban con la ignorancia de las masas”
El Perú de entonces se debatía entre la anarquía de las guerras de caudillos militares y el caos, al extremo que se añoraban las épocas de paz y orden de la colonia. Pues, no se podía acceder a una auténtica democracia. Aréstegui fue un activo actor de su tiempo, sensible a los cambios, a las luchas políticas y a la búsqueda de concordia y libertad. Fue un militar aguerrido probado en mil combates, un hombre justo, honrado y patriota. Ayudó a Echenique a encumbrarse, pero, luego al descubrir su corrupción, buscó derrocarlo aliándose con Castilla. Una y otra vez dejó el ejército para dedicarse a su tarea educativa, pero volvía si la patria lo llamaba.
Precursor del indigenismo, sensible ante la brutal explotación del indígena, formó parte de una Sociedad de Amigos de los Indios, junto con Juan Bustamante Dueñas, ese viajero que llegó al viejo mundo y deambuló hasta el medio oriente. Fue partícipe de la Bohemia de Palma. Su indigenismo literario fue retomado más tarde por su paisana Clorinda Matto de Turner.
Quizá eso justifique que haya tomado la pluma para perennizar algunos aspectos costumbristas, pero con la perspectiva de realizar la gran novela que se esperaba para su época, aquella que pintaría a los caudillos militares, con sus hazañas, sus pobrezas, sus odios cavernarios, deslealtades y luchas intestinas por el poder, perdiendo de vista el porvenir de la nación. Cosa que no logró, pues murió joven a los 46 años.

Quedan sus obras que considero iniciales: “El Padre Horán” , “El Ángel Salvador”, y otras. Que corresponden al realismo en la literatura del siglo XIX por que retratan las costumbres sociales del Cusco, sus intrigas políticas, sus fiestas religiosas, sus asonadas, costumbres ancestrales y la cruda realidad del pueblo mestizo e indígena, sumidos en la miseria y la ignorancia.
El Padre Horán fue publicado en folletín en El Comercio de Lima y es sin duda su obra principal que trata de escenas de la época de la Confederación Peruano Boliviana emprendida por Santa Cruz y que fuera combatida por caudillos como Gamarra. Allí describe el fanatismo religioso o cucufatería y a las turbas populares que creyendo que la efigie del Taytacha de los Temblores había sido cambiada para llevarse el original a Bolivia, realizaron una revuelta. En esa obra un cura reputado por santo terminó huyendo tras cometer un horroroso crimen pasional.
“El Ángel Salvador”, fue publicado póstumamente y puede tratarse de una obra anterior a El Padre Horán, por su volumen menor, su contenido romántico y tradicional, pues trata de los amores y desamores de un grupo de jóvenes cusqueños de la época colonial en un Cusco aldeano y conventual. Dos jóvenes mujeres de diferente clase social son asediadas por dos muchachos, uno plebeyo y el otro noble (un conde), cuando aparece en escena un marqués extranjero que es confundido como el rival del conde; sin embargo, él buscaba a una media hermana perdida a la que debía favorecer según el testamento dejado por su padre.
En el trayecto el conde inventa una patraña para conseguir los favores de una de las muchachas, contando con la complicidad de su amigo y de una beata, fingiendo la aparición del diablo y de un ángel, pero todo sale mal, pues, disconforme, el amigo se colude con el marqués dándole a él el disfraz de ángel, con lo que se desbarata la patraña. Las escenas se desarrollan en los barrios de Santiago, Belén, Almudena y el Cusco colonial.
Como escribe Eulogio Tapia, la aparición de estas novelas fue apenas mencionada por los críticos de la aristocracia civilista de Lima o París: Riva Agüero y los García Calderón.
Es cierto que las novelas no exhiben el colorido intimista intenso del romanticismo, pero poseen mucho del realismo, del expresionismo y el naturalismo ya que muestran a los personajes en relación con su medio social, su cruda realidad y entorno natural.
La novela, según Muriac (citado por Augusto Tamayo Vargas) “Es el arte de amalgamar los elementos prestados de la vida exterior con el conocimiento de sí mismo”.
Las novelas de Aréstegui pecan de largas y minuciosas descripciones, monólogos declamatorios, abuso de adjetivos, frases melosas y lugares comunes; son escenas fragmentarias entre apasionamientos amorosos, intrigas de algún modo ensambladas. Dice Tamayo Vargas que solo se toman prestados “elementos pasionales de la novela romántica europea” , y se los aclimata con personajes, paisaje y costumbres peruanas; que hay “empeño acucioso por mostrar la realidad de los primeros años de la república”: la pobreza y abuso del indio.
Sobre “El Ángel Salvador”, Tamayo opina que “es una novela romántica muy inferior en originalidad y trama a El Padre Horán pero fue alabada jubilosamente por Juan de Arona”, el crítico de moda de ese tiempo. Lástima que no dispongamos de ese prólogo laudatorio.
En suma, las novelas no tienen el preciosismo técnico o la hondura filosófica y crítica de la novela contemporánea, que es lo que exigen algunos críticos, sin entender que se trata de la infancia de la literatura peruana y que eso es lo más importante, pues así se inició y fue aquí en el Cusco y no en otro lugar ni paisaje ni tradición. Hecho que nos alienta y enorgullece.

Aréstegui murió trágicamente en Puno en febrero de 1869, según los estudios de Germán Cornejo Pardo, fue asesinado en un complot de los gamonales y traficantes laneros, cuando investigaba a los culpables de la masacre de campesinos sublevados en Huancané entre 1866 – 68 y el salvaje crimen cometido contra su colega y amigo Juan Bustamante Dueñas.
Bibliografía:
Aréstegui Zuzunaga, Narciso. “El Ángel Salvador”, Festival del libro Cuzqueño, Cusco 1958.
Cornejo Pardo Alfredo Germán. “Violencia política en el Sur-andino Siglo XIX”. Puno 2013.
Sánchez Dextre, Nello Marco. “Aréstegui y la novela peruana”, Sicuani 1954.
Tamayo Vargas, Augusto. “Apuntes para un estudio de la Literatura Peruana”, Lima 1948. Tapia Olarte, Eulogio. “5 Grandes escritores cusqueños en la Literatura Peruana”
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