Por ser un excepcional y por demás oportuno
análisis político; considero pertinente y con el permiso de su autor y del diario
La República de Lima de hoy martes 27 de julio del 2021; poner en este espacio
virtual el artículo que lleva como título; “Celebro en el duelo”, del poeta y connotado
periodista, Eloy Jáuregui.
CELEBRO EN EL DUELO
Eloy Jauregui.
“En estas horas sí diré de Francisco Sagasti
que me conforta por su capacidad y estilo, tan cercano a Paniagua y tan
necesario para un país que agonizaba”.
Para muchos es
cómodo escribir de los derrotados. No lo haré. Así la hija del dictador sea un
cadáver momificado en la Av. Dasso de San Isidro. Así se reconozca que
Montesinos es ese Rasputín revivido. Así la pataleta del fraude y el terruqueo
sea un sonrojo de una derecha grosera y cerril. En estas horas sí diré de Francisco Sagasti que me conforta por su capacidad y estilo,
tan cercano a Paniagua y tan necesario para un país que agonizaba.
Es verdad que
desde hace más de 31 años el Perú no tiene partidos políticos y que estos
fueron remplazados por camarillas de facciosos unidos por la usura y la
ambición. Por eso se elige a los menos malos. De ahí que no existan políticas
públicas que beneficien a los desvalidos y los que menos tienen. Y así se
quiere celebrar 200 años de independencia. ¿Cuál? Si lo único que me produce
el bicentenario es vergüenza por haber sido gobernados por los
poderosos y sus empresas.
Sí escribo
de Pedro Castillo y gracias a la libertad que me
otorga el diario La República. Y sí escribo desde mi posición de un hombre de
izquierda. Aquel pensamiento que me viene de José Carlos Mariátegui, de Jorge
Basadre, de César Vallejo. Y por ellos soy periodista y siempre estuve
alentando la lucha de los pobres. Desde El Diario de Marka y en cuanto medio
trabajé. Que allí aprendí de las lecciones de Thorndike, Lévano, Chino
Domínguez, Chivo Castillo y muchos más. Y aprendí que para ser “para ser buen
periodista hay que ser buena persona” como sentenciara Ryszard Kapuscinski.
Y cierto que en
cada Fiestas Patrias he deseado un Perú mejor donde haya
equidad y no exista tanto pobre. Y así como entiendo lo que es morirse de frío
en “Ticlio Chico” y entender que los peruanos podemos ser honrados sin la plata
sucia de Odebrecht, así también creo que nuestra patria se merece mejores
gobernantes y una visión de país con objetivos muy concretos que destierren
para siempre las pestes, la miseria y la ignorancia.
Mis enemigos –que
los tengo– dirán que como soy poeta, cuando escribo, más de política que de la
sustancia ciudadana, soy un huachafo y un cojudo. Pero les tengo que decir que
una vez más se equivocan. Porque hoy que soy profesor de comunicaciones y un
cronista crónico, el hecho de plasmar mis ideas con estas palabras me autoriza
para imaginar con un Perú de niños sanos y gente honesta, en todos los
campos y disciplinas, y desde todos los sueños y quimeras.
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