ANTROPOLOGO ALFREDO GERMAN CORNEJO PARDO
Las curiosidades y hechos anecdóticos que tradicionalmente sazonan el diario transcurrir en nuestra imperial ciudad y que en su tiempo siempre son divertidos argumentos para relatos costumbristas como las celebradas “y punzantes Tradiciones Cusqueñas” del ilustre intelectual cusqueño Ángel Carreño, ó “Figuras Pintorescas del Cusco” de Ovidio Duval; ocurrentes, jocosas, y evidentemente indignantes relatos de personajes y acontecimientos trascendentes que, en conjunto son parte sustancial de la Historia reciente de nuestra ciudad.
Como si fuera comedia primeramente y luego tragedia; los personajes y acontecimientos narrados en esos hilarantes relatos, se repiten y suceden con un parecido y exactitud tal vez fotográfica, en unos casos y en otros, pareciera ser que la imaginación y osadía humana quede bastante corta y pequeñísima ante la audacia y desvergüenza con que se hacen las cosas.
Pues, no de otro modo podemos referir al hecho cuasi institucionalizado y por cierto inadmisible que hoy, comentamos; sucede que, la obtención de un grado académico o de un título profesional, antiguamente, era consecuencia lógica de la culminación exitosa de estudios superiores y de formación profesional en una universidad por espacio de varios años, pero hoy en estos tiempos democráticos y de asfixiante modernidad; no ya no ya, hoy en día irónicamente, por esas bondades y licencias del “poder” en sus diferentes orígenes y matices; requiere simple y llanamente la militancia de un partido político, o en el mejor de los casos, la de ser propietario ó tener acceso a un medio de comunicación social para al término de la distancia adquirir y conceder grados académicos, títulos profesionales a granel, honores, fama, prestigio y la excelente posibilidad de tener una ocupación lucrativa y grandemente rentable, no importando absolutamente nada las condiciones básicas que deba regir el desempeño de una profesión y en este caso específico de un medio de comunicación ó un espacio periodístico como son la seriedad, probidad objetividad, imparcialidad, , lo único válido es utilizar dicho medio, para empoderarse, convirtiéndose de la noche a la mañana en un inflexible censor, consultor, un gurú, un guía moral, ético, político, religioso y espiritual.
La ironía en el comentario viene a consecuencia de observar hace algunos días a tras por un canal de la televisión local un sintonizado programa político que, en el propósito de dar imagen de pluralidad y amplitud de criterio, rasgos que evidentemente dentro de lo normal, lo caracterizan; no escatimó esfuerzos en invitar a dos conocido militantes y lideres de partidos políticos peruanos, para dar opinión autorizada sobre el momento político Nacional y particularmente sobre el nombramiento del nuevo premier y con él, el nuevo gabinete ministerial.
Por lo observado y analizado, concluimos que la intención fue a todas luces correcta y bien intencionada, pues un público como el peruano y particularmente el cusqueño en la generalidad de los casos desinformada e incomunicada, requería de orientación en un tema político tan delicado como el cambio de un gabinete ministerial como consecuencia de un mayúsculo escándalo y corrupción creciente al más alto nivel. El error más allá de la pertinencia o impertinencia de la opinión de dichos personajes; radica en conceder a sus invitados el honroso título profesional de “analista político” a conocidos militantes de partidos políticos opositores del actual régimen que, como bien se comprenderá, difícilmente formularan opiniones objetivas, imparciales, y autorizadas sobre su rival político y el tema convocado, no, sino todo lo contrario capitalizaran la ocasión para denostar y desprestigiarlo, y lógicamente exaltar las bondades de su ideología y propuesta partidaria y de lo que ellos supuestamente harían, aun cuando en su oportunidad no lo hayan hecho, confundiendo aún más a la teleaudiencia.
La naturaleza académica y competencias profesionales del “analista político” son suficientemente conocidas en los círculos universitarios, pues en realidad son profesionales expertos en investigación, y estudios en Ciencias Política y Ciencias Sociales, en Filosofía, doctrina, Historia del Pensamiento Político Social, del aporte y contribución a estas ramas del conocimiento humano de ilustres pensadores del Periodo Clásico, del Siglo de las Luces, del periodo Contemporáneo la Revolución Industrial, el Socialismo y su estrepitoso derrumbe, la Socialdemocracia, los populismos, el Neoliberalismo la Postmodernidad con su fantasiosa propuesta de “Fin de las ideologías” “ la Tercera Ola” etc. la unipolaridad, la globalización y finalmente la reciente y gravísima crisis del sistema financiero norteamericano y el desesperado retorno a la política de estatizaciones; es decir que, en su condición de expertos, profesionales y científicos; utilizan el método, la teoría y la técnica de la Ciencia, y en tal condición, sus aportes a la generación de opinión autorizada, educación y orientación de la ciudadanía, la comprensión e interpretación de los hechos y acontecimientos políticos, se caracterizan por su idoneidad, objetividad, seriedad, probidad, y validez científica, pues para ellos la razón fundamental que anima su labor es el “criterio de la verdad”.
Evidentemente que la excesiva y asfixiante informalidad reinante en el país, no respeta ámbitos ni límites en la Política, Economía, la Industria el Comercio, la Educación la Ciencia y la Cultura. Es hora y responsabilidad impostergable de instituciones tutelaras del país, particularmente de las Universidades, el, hacer respetar y prevalecer su sagrada y elevada misión cuales la de formar profesionales altamente calificados, y la exclusiva responsabilidad de otorgar a Nombre de la Nación, Grados Académicos y Títulos Profesionales, exigiendo el ejercicio legal y ético de la profesión, denunciando, condenando y exigiendo sanciones administrativas civiles y penales al ilegal ejercicio de la profesión; contribuyendo de este modo terminar con la equivocada costumbre urbano-rural de calificar de “doctor”,” ingeniero” y cuanto título profesional se les ocurra a cualquier hijo de vecino.