FANTASMA
EN ROJO
ELOY JAUREGUI
PERIODISTA
“A los que ustedes llaman
terrucos y autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación
de las minas.
Aquellos que no tienen
salud ni educación”.
Un fantasma recorre Europa: el fantasma
del comunismo. Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista
escrito por Marx y Engels en Londres. ¿Cuándo? En febrero de 1848. Es decir,
hace 173 años. Vaya, un huevo de tiempo. Y el fantasma sigue viajando. Esta
vez, pasando por Lima y aterrorizando a la gente de bien, a los de Las
Casuarinas, a las damas del Regatas. En un mes seremos Cuba y Venezuela, donde
no hay libertad, dicen. Si pues, el comunismo, aquel de la URSS y China. Donde
no mueren tantos pobres, digo yo.
E insisto que no se asusten, damas
neoliberales. Solo son peruanos miserables. A los que ustedes llaman terrucos y
autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las
minas. Aquellos que no tienen salud ni educación. Los que no pueden viajar a
EE. UU. para vacunarse y se mueren en las puertas de los hospitales por falta
de oxígeno. Esos, que como profesores son de izquierda en un país sin sistema
de partidos. Y ya se cansaron y reclaman como en su tiempo José Carlos
Mariátegui y César Vallejo. Que se murieron jóvenes y enfermos de solemnidad.
Y qué hacemos con tanto pobre –a quienes en
San Isidro les dicen antisistema– que votará por el profesor Pedro
Castillo. Pues nada. Que ya les tocó ser gobierno. O qué creían. “¿Por qué
campesinos y pobres de verdad van a defender un sistema que no se ha ocupado de
ellos?”, se preguntaba Hugo Neira y claro que ahora las urnas serán el castigo
del sistema. El Perú no tiene partidos. Entonces, y en tiempos de pandemia, surgió una mancha de
exasperados que se cansaron de que los terruqueen y difamen por aquí y por
allá, desde el canal Willax hasta el ejército de trolls que inventa y difama.
Esos son los argumentos limeños contra los
menesterosos peruanos. El colonialismo, sobre todo, el mental, está enquistado
en esa idea. El pobre es peligroso, es comunista, me va a quitar mi
departamento frente a Camacho. Y un profesor pobre es más turbulento todavía.
Igual que los médicos, las enfermeras, los buenos policías. A ellos hay que combatirlos,
ningunearlos, rendirlos.
Pero hay que elegir. Entre la hija del
dictador. Sí, la líder de aquella bancada mayoritaria en ese Congreso nauseabundo, que tiene
una acusación fiscal de 20 años y no por un delito menor, sino por crimen
organizado. Por ella o por el profesor de uno los distritos más pobres del Perú
ubicado en Cajamarca, una de las zonas mineras más ricas del mundo.
Fantasma
en rojo
“A los que ustedes llaman terrucos y
autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las
minas. Aquellos que no tienen salud ni educación”.
Un fantasma recorre Europa: el fantasma
del comunismo. Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista
escrito por Marx y Engels en Londres. ¿Cuándo? En febrero de 1848. Es decir,
hace 173 años. Vaya, un huevo de tiempo. Y el fantasma sigue viajando. Esta
vez, pasando por Lima y aterrorizando a la gente de bien, a los de Las
Casuarinas, a las damas del Regatas. En un mes seremos Cuba y Venezuela, donde
no hay libertad, dicen. Si pues, el comunismo, aquel de la URSS y China. Donde
no mueren tantos pobres, digo yo.
E insisto que no se asusten, damas
neoliberales. Solo son peruanos miserables. A los que ustedes llaman terrucos y
autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las
minas. Aquellos que no tienen salud ni educación. Los que no pueden viajar a
EE. UU. para vacunarse y se mueren en las puertas de los hospitales por falta
de oxígeno. Esos, que como profesores son de izquierda en un país sin sistema
de partidos. Y ya se cansaron y reclaman como en su tiempo José Carlos
Mariátegui y César Vallejo. Que se murieron jóvenes y enfermos de solemnidad.
Y qué hacemos con tanto pobre –a quienes en
San Isidro les dicen antisistema– que votará por el profesor Pedro
Castillo. Pues nada. Que ya les tocó ser gobierno. O qué creían. “¿Por qué
campesinos y pobres de verdad van a defender un sistema que no se ha ocupado de
ellos?”, se preguntaba Hugo Neira y claro que ahora las urnas serán el castigo
del sistema. El Perú no tiene partidos. Entonces, y en tiempos de pandemia, surgió una mancha de
exasperados que se cansaron de que los terruqueen y difamen por aquí y por
allá, desde el canal Willax hasta el ejército de trolls que inventa y difama.
Esos son los argumentos limeños contra los
menesterosos peruanos. El colonialismo, sobre todo, el mental, está enquistado
en esa idea. El pobre es peligroso, es comunista, me va a quitar mi
departamento frente a Camacho. Y un profesor pobre es más turbulento todavía.
Igual que los médicos, las enfermeras, los buenos policías. A ellos hay que
combatirlos, ningunearlos, rendirlos.
Pero hay que elegir. Entre la hija del dictador.
Sí, la líder de aquella bancada mayoritaria en ese Congreso nauseabundo, que tiene
una acusación fiscal de 20 años y no por un delito menor, sino por crimen
organizado. Por ella o por el profesor de uno los distritos más pobres del Perú
ubicado en Cajamarca, una de las zonas mineras más ricas del mundo.