martes, 27 de abril de 2021

 

FANTASMA EN ROJO

ELOY JAUREGUI

PERIODISTA

“A los que ustedes llaman terrucos y autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las minas.

 

Aquellos que no tienen salud ni educación”.

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista escrito por Marx y Engels en Londres. ¿Cuándo? En febrero de 1848. Es decir, hace 173 años. Vaya, un huevo de tiempo. Y el fantasma sigue viajando. Esta vez, pasando por Lima y aterrorizando a la gente de bien, a los de Las Casuarinas, a las damas del Regatas. En un mes seremos Cuba y Venezuela, donde no hay libertad, dicen. Si pues, el comunismo, aquel de la URSS y China. Donde no mueren tantos pobres, digo yo.

E insisto que no se asusten, damas neoliberales. Solo son peruanos miserables. A los que ustedes llaman terrucos y autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las minas. Aquellos que no tienen salud ni educación. Los que no pueden viajar a EE. UU. para vacunarse y se mueren en las puertas de los hospitales por falta de oxígeno. Esos, que como profesores son de izquierda en un país sin sistema de partidos. Y ya se cansaron y reclaman como en su tiempo José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Que se murieron jóvenes y enfermos de solemnidad.

Y qué hacemos con tanto pobre –a quienes en San Isidro les dicen antisistema– que votará por el profesor Pedro Castillo. Pues nada. Que ya les tocó ser gobierno. O qué creían. “¿Por qué campesinos y pobres de verdad van a defender un sistema que no se ha ocupado de ellos?”, se preguntaba Hugo Neira y claro que ahora las urnas serán el castigo del sistema. El Perú no tiene partidos. Entonces, y en tiempos de pandemia, surgió una mancha de exasperados que se cansaron de que los terruqueen y difamen por aquí y por allá, desde el canal Willax hasta el ejército de trolls que inventa y difama.

Esos son los argumentos limeños contra los menesterosos peruanos. El colonialismo, sobre todo, el mental, está enquistado en esa idea. El pobre es peligroso, es comunista, me va a quitar mi departamento frente a Camacho. Y un profesor pobre es más turbulento todavía. Igual que los médicos, las enfermeras, los buenos policías. A ellos hay que combatirlos, ningunearlos, rendirlos.

Pero hay que elegir. Entre la hija del dictador. Sí, la líder de aquella bancada mayoritaria en ese Congreso nauseabundo, que tiene una acusación fiscal de 20 años y no por un delito menor, sino por crimen organizado. Por ella o por el profesor de uno los distritos más pobres del Perú ubicado en Cajamarca, una de las zonas mineras más ricas del mundo.

Fantasma en rojo

“A los que ustedes llaman terrucos y autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las minas. Aquellos que no tienen salud ni educación”.

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista escrito por Marx y Engels en Londres. ¿Cuándo? En febrero de 1848. Es decir, hace 173 años. Vaya, un huevo de tiempo. Y el fantasma sigue viajando. Esta vez, pasando por Lima y aterrorizando a la gente de bien, a los de Las Casuarinas, a las damas del Regatas. En un mes seremos Cuba y Venezuela, donde no hay libertad, dicen. Si pues, el comunismo, aquel de la URSS y China. Donde no mueren tantos pobres, digo yo.

E insisto que no se asusten, damas neoliberales. Solo son peruanos miserables. A los que ustedes llaman terrucos y autoritarios. Los mismos peruanos esclavos del agro y la explotación de las minas. Aquellos que no tienen salud ni educación. Los que no pueden viajar a EE. UU. para vacunarse y se mueren en las puertas de los hospitales por falta de oxígeno. Esos, que como profesores son de izquierda en un país sin sistema de partidos. Y ya se cansaron y reclaman como en su tiempo José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Que se murieron jóvenes y enfermos de solemnidad.

Y qué hacemos con tanto pobre –a quienes en San Isidro les dicen antisistema– que votará por el profesor Pedro Castillo. Pues nada. Que ya les tocó ser gobierno. O qué creían. “¿Por qué campesinos y pobres de verdad van a defender un sistema que no se ha ocupado de ellos?”, se preguntaba Hugo Neira y claro que ahora las urnas serán el castigo del sistema. El Perú no tiene partidos. Entonces, y en tiempos de pandemia, surgió una mancha de exasperados que se cansaron de que los terruqueen y difamen por aquí y por allá, desde el canal Willax hasta el ejército de trolls que inventa y difama.

Esos son los argumentos limeños contra los menesterosos peruanos. El colonialismo, sobre todo, el mental, está enquistado en esa idea. El pobre es peligroso, es comunista, me va a quitar mi departamento frente a Camacho. Y un profesor pobre es más turbulento todavía. Igual que los médicos, las enfermeras, los buenos policías. A ellos hay que combatirlos, ningunearlos, rendirlos.

Pero hay que elegir. Entre la hija del dictador. Sí, la líder de aquella bancada mayoritaria en ese Congreso nauseabundo, que tiene una acusación fiscal de 20 años y no por un delito menor, sino por crimen organizado. Por ella o por el profesor de uno los distritos más pobres del Perú ubicado en Cajamarca, una de las zonas mineras más ricas del mundo.

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